Miedo escénico

Los partidos de Liga duran 90 minutos. O duraban hasta que el colegiado Muñiz incorporó anteayer a título experimental el concepto de prórroga y penaltis. No creo que fuera su intención, Dios me libre, favorecer al Madrid. Pretendía perjudicarlo salvando la cabeza de Carlo Ancelotti–es la teoría bizantina de Miguel Serrano– y evitar al mismo tiempo que la mejor liga del mundo (¿?) se decidiera en septiembre. Sería una hipótesis bastante verosímil porque el Real Madrid recibiría al Atleti con la emergencia de una victoria. Antiguamente, las victorias, se producían en serie a cuenta de la flacidez rojiblanca y de la opulencia presupuestaria del rival, pero la final de copa en el Bernabéu exorcizó las tradiciones con la doctrina chamánica de Simeone.

La prueba está en que el Madrid no ha vuelto a ganar al Atlético desde mayo. Admito que tampoco se han enfrentado nunca desde el trauma del 17-M, pero me consta que mis amigos madridistas –nótese la contradicción– van a ir al campo muy precavidos. Por las dudas que arroja el partido de Elche. Y por las dudas que ha disipado el Atlético beneficio de una posición desacomplejada y hegemónica. Hegemónica quiere decir que somos líderes. Que tenemos al pichichi en nuestras filas. Y al zamora también. Me refiero a Thibaut Courtois. Probablemente el único jugador del Atleti que tendría un sitio indiscutible en el once inicial del Real Madrid.

No pretendo añadir un argumento incendiario al debate freudiano de la portería. La cuestión es que Simeone ha convertido un equipo inferior en una escuadra invencible. Empezando por los empates que atragantaron la Supercopa al Barcelona. No se atrevieron a celebrarla los blaugranas en Canaletas y se hizo evidente que el Atleti había encontrado poderosos argumentos competitivos como remedio a la desventaja económica y como solución la incertidumbre que implicaba el traspaso de Falcao.

Se explica así la influencia del entrenador y el mérito de haberse personificado en el equipo. Juega el Atleti como jugaba Simeone en las faenas de acoso y derribo, de forma que los futbolistas han sido abducidos por la doctrina guerrillera y han encontrado un estímulo evolutivo sin descuidar la calidad (Arda) ni la prioridad del equipo.

Que se lo digan a Del Bosque. Mario Suárez y Koke han predispuesto el debate del relevo generacional tanto como Diego Costa protagoniza una disputa diplomática entre España y Brasil a cuenta del pasaporte. Quedaría resuelto el debate del 9. Que es el debate del Madrid y la paradoja de una campaña de fichajes delirante y megalómana.